domingo, 12 de enero de 2014

PIMIENTOS ASADOS EN CASA







Muchas veces damos por sentado cosas y nos equivocamos de lleno, ¿verdad?, nos pasamos la vida haciendo o diciendo algo y creemos que todo el mundo sabe a que nos referimos simplemente porque nosotros sí lo sabemos, hoy me he dado cuenta escuchando a una persona hacer una pregunta, que hay cosillas que si las supiéramos nos harían la vida más fácil, así que voy a empezar por deciros que la pregunta era ¿cómo puedo pelar fácilmente unos pimientos asados en casa?, ya se que puede parecer una tontería pero cuando se lo dije a esa persona le pareció extraordinario no haberlo descubierto antes. 
En primer lugar se escogen unos pimientos para asar, lo más gordos y lisos posibles, del color que más os guste o de varios colores (a mí personalmente me chiflan los rojos), se lavan bien debajo del grifo y se secan, a continuación se untan completamente con aceite y se ponen al horno a 180º aprox. en una bandeja, para recoger todo su jugo. Les vamos dando la vuelta y cuando estén blandos se sacan del horno, tendremos ya preparada una bolsa de plástico en un plato hondo y, en caliente, se introducen en la bolsa junto con el jugo que han desprendido, se le hace un nudo y a esperar que suden y se enfríen.

El Mundo Esmeralda
Todos adentro
El Mundo Esmeralda
bien tapaditos y a sudar



 Cuando estén fríos sólo es cuestión de empezar a pelarlos y veréis que fácilmente se desprende la piel, les quitáis todas las semillitas interiores que son tan molestas, los troceáis y luego les coláis todo el jugo para cubrirlos y que aguanten sin secarse, a continuación, los preparáis como más os gusten, a mí personalmente, me gustan  con cebolleta, huevo duro, atún y su correspondiente aliño de sal, aceite y vinagre, o sea, una ensalada de pimientos asados clásica, pero también cuando hago muchos me gusta usarlos en otros platos, como paella, ensaladilla rusa, etc., ya que, cubiertos por su propio jugo y bien tapados duran algunos días más
Ahora cambio totalmente de tema; en mi anterior entrada os hablé de Inferno, pues bien, acabo de terminar otro de los libros que me había descargado y cuyo título es La Profecía del Louvre, resulta que, sin saberlo y sin haber leído antes a Theresa Breslin su autora,  estos dos libros coinciden en el mensaje de desesperanza para nuestra especie a no muy largo plazo, y por el mismo motivo ambos.
Es curioso, distrae y da que pensar, así que también os lo recomiendo, están en papyre, a vuestra disposición. 
Ahora empezaré a leer Dispara yo ya estoy muerto de Julia Navarro, ya os diré si me deja tan buen sabor de boca como me dejó su maravilloso Dime quien soy.

El Mundo Esmeralda
Antequera.



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