Permitidme que en esta ocasión os reciba como me recibieron a mí a mi llegada al hotel en la población vasca de Orio, con un Aurresku de honor, formulado por un magnífico chistulari y un dantzari jovencísimo y encantador.
Como véis, hoy os voy a hablar de mi viaje al País Vasco, he de admitir que no lo conocía y que, teniendo mucho interés en visitarlo, lo iba postergando una vez tras otra, pues no me esperaba todo lo que iba a ver
Como digo, la primera parada en nuestro viaje ha sido Orio, en un hotel anclado como un barco, con su proa mirando al mar, a babor y estribor montañas y el río Oria, y a unos centenares de metros por su popa, la población.
El enclave bellísimo, el buen tiempo y el recibimiento que nos ofrecieron fueron suficientes para decidirnos ir a hacer senderismo por la zona, en lugar de descansar. Mereció la pena??? SÍ, absolutamente SÍ.
La paz y tranquilidad que la belleza del lugar inspiran no se pueden medir con mis humildes palabras.
En los días posteriores estuvimos visitando las capitales de provincia y algunas de sus localidades más destacadas.
San Sebastián o Donosti, no podéis dejar de visitarla, hay que pasear por sus calles, contemplar sus playas, Ondarreta, Zurriola o la más conocida la de La Concha, cruzar por el puente de María Cristina, ver su festival de Cine, etc.
Podréis comprobar a lo largo de esta entrada que, al no querer ser repetitiva, en lugar de escribir sobre su belleza, os dejo más fotografías de las habituales para que juzguéis por vosotros mismos si os conviene visitar estos fantásticos sitios.
Seguimos carretera adelante y llegamos a Vitoria, parada para caminar por sus paseos, visitar los palacetes variados entre los que se encuentra el de Ajuria Enea, sede de la Presidencia, visitamos la Pza. de la Virgen Blanca, etc.
Camino adelante llegamos a Bilbao,
su Santuario de Begoña, el Museo
Guggenheim, pasear e ir de pintxos
por sus "siete calles", ver el Teatro Arriola, etc.
Hondarribia o Fuenterrabía, hay que andar por ella, perderse por sus calles para saborearla, volver a subir, ya cansado, en el ascensor cercano al Pº Marítimo, y seguir paseando... ¡¡Maravilloso!!
LLegada al país Vasco-Francés, encuentro la misma belleza allá donde miro, estoy empezando a sospechar que no estoy cualificada para ésto,
¡No veo nada feo!
Volvemos a España y seguimos, ahora en Zarautz... Un paseo marítimo de fábula y en él el restaurante de uno de los cocineros más carismáticos de este país (y de otros), Karlos Arguiñano.
Entramos a reponer fuerzas y...
a seguir paseando, hacerlo por sitios tan románticos no tiene precio.
Algunos kilómetros más y llegamos a Guetaria, desde lejos se divisa su famoso "Ratón de Guetaria", el monte que se asoma al mar y vigila su pequeño puerto pesquero.
Hay que ir a visitar San Juan de Gaztelugatxe, vedlo con vuestros ojos y me lo contáis.
No puede faltar Gernika, para visitar su roble centenario, entrar en la Casa de Juntas y poder respirar aunque sea minimamente un pedacito de la gran Historia de nuestro país.
Visitamos también dos de los lugares de peregrinación más importantes para los católicos, como son el Monasterio de Aranzázu y el de Loyola, tuvimos la gran suerte (para mí) de que el clima estuviera de nuestro lado, pues siempre me han gustado mucho más las montañas envueltas en niebla, no se lo que pensareis vosotros, pero sigo pensando que Don Tiempo me hizo un regalo excepcional.
Terminamos nuestro periplo por el país vasco, pero no nuestro viaje, queremos conocer y pasear por Castro Urdiales, ¡pero que geografía tan maravillosa tenemos!
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