domingo, 27 de agosto de 2017

CONOCIENDO RUMANÍA



El Mundo Esmeralda
Parte del lago Herastraus al atardecer


En esta ocasión he visitado Rumanía, un país que, desde que ví fotografías de sus paisajes, tenía muchas ganas de conocer. A veces, muchas veces, tenemos demasiados prejuicios acerca de algo o de alguien y ni siquiera sabemos el motivo para ello, pues bien, ni es oscuro, ni es tan pobre como creemos, ni mucho menos triste, así que os contaré un poco de lo que he visto, he oído y he saboreado en este viaje, coged las maletas que empezamos!

Comenzaremos por donde yo lo hice, la capital, Bucarest, es una preciosa ciudad con grandes y anchas avenidas, muy afrancesada (no en vano la llaman "la pequeña París") y con mucha arboleda, grandes parques y lagos, por los que se puede pasear, navegar, disfrutar de una cena romántica, o simplemente hacer deporte. Tuve la ocasión de visitar el Palacio del Pueblo, sede del  Parlamento Rumano, el edificio administrativo civil más grande del mundo. Os recomiendo esta visita porque no tiene desperdicio, sus salones, pasillos, escaleras, cortinajes, etc. son acorde al tamaño exterior, ¡ y tiene más de 340.000 m2 de extensión!. Además, tener la oportunidad  de salir al "balcón presidencial", que es más grande que varias veces mi casa, es para celebrarlo.


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Vista de la Pza. de la Revolución y la gran Avenida desde el balcón presidencial

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Fachada frontal del Palacio del Pueblo































 Pasear por el lago Herastraus, bueno, por parte de él, al atardecer también es magnífico, hay bares con terrazas, restaurantes, etc., nosotros cenamos y almorzamos (en días distintos) y, además de la magnífica comida, tuvimos la ocasión de disfrutar en ambas ocasiones de música y bailes populares en directo, precioso de verdad!

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Bailes típicos en Pescarus, restaurante a la orilla del lago.


En varias calles peatonales del centro de la ciudad también pude comprobar la animación de sus terrazas, comercios, etc. En una de ellas, frente a la calle Victoria a la altura del banco más importante del país, hay un restaurante llamado Caru cu bere que es el más famoso de la ciudad, se come muy bien, y es digno de visitarse también por el edificio en el que está situado, declarado monumento nacional, aquí también nos ofrecieron música en vivo un violinista y un pianista, que nos amenizaron la velada muy gratamente.

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Interior del Caru´cu Bere

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Los músicos que amenizaron la cena.

Nos vamos hacia los Cárpatos, por el camino y de entrada a Transilvania, uno de los tres principados que dieron pie a la actual Rumanía, nos encontramos un Monasterio ortodoxo, el de Cozia, en el valle del Olt, vamos a hacer un alto porque está situado en un enclave geográfico magnífico y, además, es digno de ser visitado. En él está enterrado (a la derecha, en la entrada a la iglesia)  Mircea I, el viejo, señor del principado de Valaquia,  quien lo mandó construir a mitad aprox. del siglo XIV, es bizantino y el único de ese estilo que se conserva en Rumanía. A su derecha transita el río Olt, gran afluente del Danubio.

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Indicador del Monasterio

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Iglesia del Monasterio

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Vista parcial de los frescos del siglo XIII.

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Tumba de Mircea I, el viejo.


Proseguimos nuestro viaje para llegar a la que fue capital de Transilvania durante parte del siglo XVII hasta el XVIII,  Sibiu.  Es una preciosa ciudad fundada por colonos sajones y en cuya arquitectura se mantiene alguna de las costumbres de éstos, por ejemplo los Ojos de la ciudad, son unas ventanitas en forma de ojos en las partes altas de los edificios que se hacían para conservar y mantener fuera del alcance de los distintos bichejos como roedores, etc., los productos que se guardaban en ellos, como cereales y demás. Es una ciudad de gran interés cultural y muy bonita en la que hay sitios como la Plaza Grande, la Pequeña, el Puente de los mentirosos, la fortificación y muchas cosas más que no debéis dejar de visitar.
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los Ojos de la Ciudad, al detalle.


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Ayuntamiento

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En el Puente de los Mentirosos
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Plaza Pequeña
Y continuamos nuestro camino en Transilvania, esta vez para llegar a la maravillosa ciudad de Alba Iulia, ciudad dacia conquistada por Trajano y convertida a ciudad romana, que fue sede de la XIII Legión Gémina,  de esa época hay muchos restos, muchos más todavía sin descubrir, incluyendo su Ciudadela, que, con posterioridad fue  reconstruida por Carlos VI de Habsburgo, por quien pasó a llamarse, durante algunos años, Alba Carolina. En el interior de dicha ciudadela es donde permanecen la mayoría de monumentos de su época austro-húngara, en definitiva, es una ciudad preciosa que no podéis dejar de ver.

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Monumento recuerdo a los Dacios

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Acceso (por encima del foso) a la ciudadela

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panorámica de la ciudad

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restos romanos en el interior de la ciudadela

Dejamos atrás esta maravillosa ciudad y nos dirigimos a la población en la que nació el que hoy es conocido por el sobrenombre de su padre, Dracul, título honorífico que le fue concedido  por pertenecer a la Orden del Dragón, puesto que Vlad Dracul significa Vlad, hijo de Dracul. Este dirigente histórico conocido por su crueldad (mucha tuvo que ser para sobresalir entre tantos otros), nació en Siguisoara, pueblo pequeño y medieval, en el que permanece la casa en la que nació este personaje, hoy reconvertida en restaurante para los turistas, al que han implementado un mini show "draculero" que deberían reconsiderar.

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calle central del pueblo

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placa ¿conmemorativa?  en su casa natal

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vista parcial de la Torre y la casa natal de Vlad III

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interior del restaurante

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Plaza central de Siguisoara



Bueno, ya almorzados (no ha sido el mejor sitio, toda la comida está orquestada alrededor del color rojo "sangre", y no se han esforzado demasiado), seguimos adelante para ir a descansar a la mejor y más antigua estación de esquí de Rumanía, se llama Poiana Brasov, y como su propio nombre indica hay que atravesar, antes de subir a la montaña, la población de Brasov, en la que destaca su famosa Iglesia Negra, llamada así no porque tenga este color, sino porque sufrió un enorme incendio que la destruyó parcialmente a finales del siglo XVII, y desde entonces es conocida por ese nombre. Aunque hoy es un museo visitable, también tiene lugar una misa luterana cada domingo para la ciudadanía alemana que sigue habitando Brasov. 
La ciudad es muy bonita y recorrerla paseando es un gozo para la vista.

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Plaza Mayor, Ayuntamiento y funicular de subida al fondo

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calle céntrica

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Iglesia Negra


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Vista parcial de Poiana Brasov

Después de unos días de descanso en un spa en la montaña, estamos dispuestos a seguir nuestra ruta, ahora iremos a Bran, donde visitaremos el Castillo en el que vivió durante un corto periodo de tiempo Vlad III ó Vlad Tepes, aunque  hoy su mobiliario y su decoración sean más recientes, ya que también vivió en él  María de Rumanía, Reina consorte, casada con Carlos I, soberana que fue muy popular y querida. El parque natural que rodea al castillo es bellísimo, con lago incluído.
Este castillo tiene una arquitectura muy dispareja y extraña, supongo que debido a su antiguedad, lo que lo convierte casi en un  parque de atracciones, en este momento (verano) la masificación turística no te permitía hacer ni una foto en la que no saliera otra persona,¡ hay que entenderlo!
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Desde el parque.

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Vista del parque natural


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acceso al castillo

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Sala de torturas

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Patio interior del castillo

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Habitación de lectura de María de Rumanía


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alguna escalera del castillo

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árbol geneálogico de Vlad III



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Cetro y Corona, al fondo la estufa de cerámica.

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Bran desde una ventana del castillo



Una vez visitado Bran, nos ponemos en marcha hacia el Real Sitio de Sinaia, para visitar el Palacio de Peles, construído por Carlos I de Rumanía y en el que,  junto a su esposa María, pasaba la familia real el verano y las vacaciones.

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llegada al lujoso Sinaia


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Esta era la casita de veraneo anterior al palacio
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y este el Palacio que mandaron construir, de Peles, cercanos y unidos por un sendero a través de jardines.


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Frescos pintados en uno de los patios del Palacio

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Jardines y fuentes bellísimos en un entorno natural inmejorable

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Reina María de Rumanía

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vista lateral del palacio

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Carlos I, de Rumanía


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cañón de defensa.


Bueno, pues después de haber recorrido parte de este maravilloso y misterioso país, hay que volver a Bucarest a pasar algunos días y regresar a casa con la maleta cargada de nuevos amigos, recuerdos imborrables y el sabor de una gastronomía desconocida para mí, platos que he conseguido , de algún modo, grabar en mi memoria para poder comentároslos a continuación, no sé si os he dicho alguna vez que yo no viajo con el ordenador a cuestas, solo tomo algunas notas (mi memoria ya no es lo que era) y, luego, ya en casa y con tranquilidad redacto este intento de ayuda para quien quiera viajar o, no pudiendo hacerlo, quiera conocer algo más de nuevos lugares. En esta ocasión he de agradecer a Loredana, rumana ella, guapísima y muy amable, la información acerca de los nombres de estos platos típicos que he probado, porque si no es por ella...., ¡gracias Lori!

Os diré que en el Rte. Pescarus, dentro del Parque Herastrau, comimos una sopa con carne de ternera, típica de allí que estaba buenísima, lamento no conocer su  nombre, pero si váis, pedidla.
En el Crama Illeana, Rte. de Sibiu, típico rumano, comimos sopa Perisoare (con bolitas de carne picada) y unos buñuelos con mermelada llamados Papanasi, os lo recomiendo.
En el Rte. Casa Vlad Dracul, en Siguisoara, el plato fuerte era Tochitura con Mamaliga y Telemea (Estofado de carne de cerdo, salchichas, champiñones con pan de maiz y queso típico rumano). ¨No estaba mal, pero a mí me gustó menos que los anteriores y que los que vinieron después.
en el Rte. Rhein Azuga, en Bucarest: Goujonettes (tiras de ave recubiertas de harina, huevo y pan rallado), Chiftelute (albóndigas fritas), Icre (crema de caviar para untar, aderezada con ???). Muy bueno todo.
En el Rte. Caru cu Bere, ubicado en el interior de un monumento nacional, sopa Radauteana, Sarmale, Mamaliga (rollitos de carne y verduras envueltas en col agria con pan de maiz y pimientos y nata).
Estos son los nombres que, con ayuda de Lori, he podido recuperar, por supuesto hemos comido muchas más cosas y muy ricas también, pero lamento no recordarlas, aunque os diré que todas las sopas que he probado estaban buenísimas, y que el segundo plato siempre va acompañado por un bol al lado con ensalada, siempre diferentes, siempre frescas, los postres también están de primera, entre ellos el Rulouri cu frisca (caña con nata montada) o la Placinta cu branza (tarta de queso).
Además hay que hacer mención especial a las cervezas rumanas, todas muy, pero que muy buenas, al menos las que yo he probado, que no son todas las que tienen, por supuesto.
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Y, con una buena cerveza fresquita me voy a despedir de vosotros hasta la próxima entrada, me podría explayar durante horas hablando o escribiendo acerca de los beneficios para la salud que tiene viajar, pero como creo que ya los conocéis, no me voy a poner pesada. 
Me gustaría conocer vuestra opinión, no seáis tímidos y dádmela, ¡¡hasta pronto!!!